Cual militante de la resistencia de papel o de un irreductible frente de lectores, un personaje de este libro se abstrae, medita y observa, si ello es posible, en el estruendo y la apatía del mundo.  «Veía caer garúa sobre garúa en esta ciudad donde los periódicos se volvían amarillentos con el paso de los años y los libros eran carcomidos por las termitas si no los mimabas. La soledad era su mejor amiga en esta ciudad. Lima era su templo donde se perdía para corretear a los gatos que se enamoraban por los techos oscuros del sol del amor.»
El escritor José Carlos Contreras Azaña acomete así su cuarto libro de ficción llevando a nuevas orillas su estilo que algunos quisieran llamar el nuevo «realismo mágico», que ya
no solo es una corriente latinoamericana, sino planetaria.
Las Anatomías del Agua es un libro que afirma su estilo espontáneo, laborioso y orgánico. Cada relato está poblado de imágenes vertiginosas que en realidad son micro historias, donde el autor nos exalta el sabor de las palabras, el aroma de los escenarios y el alma de los individuos y hasta de las cosas.
La temática del agua en este libro es en el fondo un criptograma, un aparato de navegación que sumergirá al lector en toda clase de meditaciones y asombros allí en los abismos donde dialogan, vociferan o se ensimisman los personajes y las criaturas de la realidad, la fantasía, la miseria, el dolor, la ternura y, como siempre, la esperanza, que suelta sus guiños a través de actores humanos, fantasmas escrupulosos, seres insospechados o animalitos inocentes que aparecen a cada paso.