Compartimos con ustedes la reseña que Ana Claudia Molinari, escritora independiente, editora autodidacta y creadora de Ediciones del Espejo Somos, desde su blog Las escritoras no existen ha compartido acerca de Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales de la escritora Laura Freijo Justo editado y publicado por BMC Edicions.
«Me llama por teléfono a la oficina y, después de unos segundos en silencio, dice: “Tenemos que hablar”. La frase es una sentencia. Todo el mundo sabe que cuando tu pareja recurre al “tenemos que hablar” quiere decir “te dejo”.
Laura Freijo Justo
Pánico de la hoja en blanco. Es tan importante el cómo contamos una historia, impacta en el mensaje mismo y en quien lo recibe. Este libro que ahora reseño sabe contar y eso encanta al lectore. Pienso que la escritura no es algo que uno tenga por dentro antes ya de la hoja en blanco. Antes de la hoja en blanco está la lectura y antes de la lectura está la experiencia desde la que leo. Lo dice Milagros Ezquerro, el sistema texto es un leerescribir. En realidad hacemos lectuescritura. El relato se crea en tanto lo escribo y por esa razón soy escritora mientras estoy escribiendo. La mercadotecnia del libro construye una imagen del escritor y más recientemente de la escritora, como un ser único que dice algo con maestría. Y sin embargo, el texto se completa con la lectura.
He leído un libro que no tengo idea de cómo reseñar. Ni siquiera sé bien qué es lo que me empujó a querer escribir sobre este ramillete de veintidós narraciones.
El libro se llama Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales, de Laura Freijo Justo, publicado en su segunda edición de 2024 por BiblioMusiCineteca Edicions, una editorial independiente de Barcelona, dirigida también por una mujer, Sonia García, que decidió publicar el texto de Freijo.
Tenemos que hablar ha sido producido por una dramaturga, directora, intérprete, teatrera, poeta y periodista catalana nacida en los setentas, que con letras crea cuentas pulidas de nítido sentimiento de juventud. Laura Freijo escribe un viento feliz de palabras; tiene una magnífica prosa y en un abrir y cerrar de ojos describe los detalles del primer contacto y la acción amorosa. Cada cuento es un momento en la relación de una pareja de mujeres. Detecto una sensibilidad femenina/femenina que a leguas es diferente al estándar heterosexual de la competencia o la dominación. Es una escritura sencilla sobre las sutilezas del ser, una narrativa clara con mirada que convence. Freijo es una autora observadora, perceptora aguda del ambiente íntimo, tierno y erótico en el que sucede el viaje amoroso.
Lo primero que me gustó de este libro fue que estuve en una presentación suya en esa librería feminista famosa del sur de la Ciudad Monstruo; una parada en la gira de la diva española por México. Una amiga periodista me había invitado con la idea de presentarme a una editora. No conocía a la escritora ni tenía idea de lo que presenciaría. Al final del show compré un ejemplar y me puse la última de la fila para la firma de la autora porque me maravilló que en medio de los discursos propios de un evento de este tipo, ella se levantó del sillón, se puso un traje de carácter y cantó con voz maja una canción tradicional de España pero con una letra inventada por ella, muy divertida e inteligente, titulada “Bollera”. Simplemente un escándalo in vitro. Me pareció genial. Después, del lado del público muchas personas manifestaron alegría de poderse decir a ellas mismas a través de las letras de Laura Freijo. Ella escribió la dedicatoria: Para Ana Claudia, por su mirada cómplice y con ánimo de que te toquen los cuentos. Gracias, gracias, gracias. Un abrazo, Buena vida y mucho amor. Laura. Fechado en Coyoacán, 26. M. 2024.
Volví a casa sola. Después de algunos días en mi cosmos de pájara, descubro el libro de Laura olvidado en el fondo de mi mochila. Lo comienzo a leer tras hojearlo y calibrar cómo es que había sido hecho y editado el libro prensado en Andalucía, me clavo en la lectura y decido reseñarlo.
El prologo lo ha escrito Prado G. Velázquez. Lo titula Querrás más. Nos advierte sobre quién es Laura, una artista, una “pensapoadora” que “destila prosa poética” , una persona capaz de “darte un pellizco en el cerebro”.
Sobre la obra dice su prologadora, “a Laura le basta un botón para hablar de la esperanza… para meternos de lleno en el torbellino de su mente”. “Tiene la habilidad especial para crear situaciones realistas, casi costumbristas, en las que podemos reconocernos con facilidad.” “Estás a punto de descubrirla como escritora. Y querrás más.” Me pregunto por qué en ningún momento Prado G. Velázquez hizo mención del amor entre dos mujeres, que es para mí de lo que trata el libro. Me respondo que quizá no hizo referencia a esto por una decisión asumida de no etiquetar o diferenciar a las personas. No lo sé. Lo que si sé es que en este texto el amor ocurre entre mujeres, o al menos importa el hecho de amar a una mujer y esto resulta clave en tanto es el elemento de disrupción en la trama. Incluso el epígrafe es un fragmento de un libro de Cristina Peri Rossi, que dice: No conoce el arte de la navegación quien no ha bogado en el vientre de una mujer, remado en ella, naufragado y sobrevivido en una de sus playas.
Me doy cuenta que nombrar es político, que nombrar es interiorizar un discurso, una posición, un punto de vista. Después de leer varias veces y de distintos modos Tenemos que hablar, siento necesidad de enunciar la frase “amor entre mujeres”, porque algo que me intrigó de estos cuentos de Freijo fue precisamente el tema, la onda entre dos personas a través de la mirada irónica, pícara y transparente de la escritora; historias cotidianas que transcurren en el campo de la piel y sus antenas, en el sabor del café, en un taxi por Barcelona sintiendo el aire en la ventanilla; un roce, un beso, un continuo cuestionamiento de la autora a las convenciones hipócritas del ligue y la manipulación, una reivindicación de la libertad sincera del deseo y la búsqueda genuina del amor. Y, lo que quiero subrayar, todo esto desde una escritura de mujer, una que no se interesa en competir más bien en compartir un instante.
Rebeca, Elvira, Desirée, Alicia, Helena, Elsa, Joanna, Rosalía, Paula -el alter ego de Laura-. Todos nombres de mujer. Un universo femenino donde los hombres son una referencia: el marido de una, el ex marido de otra, un amigo, el escritor de algún libro, los hombres a veces están en la esfera del enamoramiento pero no son parte de este milagro. Son mujeres en una ciudad donde se puede caminar de noche y sola, donde el amor toca a tu puerta, está a la vuelta de la esquina, esperando en otro café. Son mujeres sin miedo a su feminidad, sin miedo a los hombres. Una subjetividad que voy a llamar lesbo-libertaria, que busca la belleza y declara haberla encontrado.
Descubrir esta manera de entender la relación amorosa fue para mí revelador y gratificante. Bajo la influencia de este libro pongo en entredicho la relación heterosexual en la que la parte masculina utiliza a la pareja como recurso natural y la parte femenina se deja utilizar a cambio de cierto poder concedido por el macho dominante. En cambio, en el universo de Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales las protagonistas siempre tienen claro los términos de las relaciones y no son subordinadas de nadie. Creo que fue eso lo que me encantó, asomarme a un otro mundo posible en un momento en que la intolerancia plutocrática de Occidente se cierne sobre nosotres.»
Fuente: https://lasescritorasnoexisten.wordpress.com/2025/01/21/sobre-los-cuentos-sentimentales-de-laura/
Les invitamos a visitar el blog Las escritoras no existen y a leer por ustedes mismos el libro Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales, que se encuentra disponible en la web de www.bmcedicions.com y directamente en la librería de la Asociación Cultural BiblioMusiCineteca (Vila y Vilà, 76).
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